viernes, 13 de marzo de 2009

Detective Stories 3

Tenía dos balazos en el cuerpo. Uno en la sien izquierda y otro en el tórax. Además tenía marcas en brazos y manos que indicaban que se había defendido de un feroz ataque previo.

- Nueve milímetros- aventuró a decir Martínez- El balístico dirá, pero he visto miles de veces este tipo de lesión y te acostumbras- Murmuraba, lo que demostraba que no me hablaba a mí, además, no es que me estuviera contando alguna novedad...
- Suena como si jamás lo hubieras conocido- le dije con un tono de reproche.
- Deberías saber mejor que yo Arturo, que es mejor verlo así para poder trabajar. Sé que era tu yunta, pero es necesario ser profesionales o no llegaremos a ninguna parte.

Martínez era uno de los pocos que me trataba por mi nombre de pila. Sin embargo, yo no podía tratarlo por su nombre, Horacio. Tal vez, es el hecho de que él detesta su propio nombre. Habíamo sido compañeros en la academia y también en la Escuela, así es que era un trato un tanto diferente. Ni siquiera Andrade me trataba así.

Lo miré fijamente durante un rato. Sabía que tenía razón, pero en este momento, no podía dejar de pensar en que debía acompañarlo.
- ¡Eh, Solar!- escuché de pronto gritándo a Martínez.
- ¿Qué pasa?
- Necesito saber en qué andaba Andrade ayer. ¿Lo sabes?
- No lo tengo claro. Sólo sé que se iba a juntar con un mecánico de poca monta en el barrio Colón.

Martínez se quedó pensando. En ese momento, no supe si era buena idea o no haberle dicho, pero deseaba terminar con esto luego e ir al funeral de mi amigo, tranquilo.

- Muy bien- dijo él- Tu guías. vamos a ver a ese mecánico.
En el trayecto al taller, me fui pensando en Andrade. Cuando nos conocimos. Fue hace unos 16 años, acababa de salir de la Escuela. Aún era un crío, un "pollo". sin ebargo, Andrade llevaba un par de años y me enseñó las mañas del lugar, la unidad a la que había sido destinado. Cómo hacer la pega bien y rápido.

- No tendrás todo el tiempo del mundo, Solar, así es que debes moverte rápido, incluso antes de que te lo ordenen.

Pronto nos hicimos como hermanos. Era una forma de protección. Nunca es bueno salir solo en este trabajo. Otra vez me pesaba la conciencia, yo lo había dejado salir solo.

- Arturo- me dijo de pronto Martínez trayéndome a la realidad- ¿Éste es su taller?
- sí, le contesté escuétamente.
Nos paramos en la puerta y golpeámos fuerte. Nada. De pronto una luz y un estruendo. Cuando volví a saber de mí, estaba en el piso rodeado de escombros y con unos cuantos cortes. Martínez no estaba mejor que yo.

Apenas sí me puse de pie, y fue sólo para observar a mi alrededor. La explosión había hecho desaparecer el taller y de milagro estábamos vivos.
Caí en cuenta de que la única pista que tenía sobre la muerte de Andrade había desaparecido. ¿Por qué? ¿Coincidencia? ¿La explosión estaba dirigida a detenerme?

En ese momento no sabíamos hasta qué nivel llegaría esta investigación.

2 comentarios:

Gonxalo Oyanedel dijo...

Mejor que cuide sus pasos. las cosas se están poniendo desagradables...

Pablo Paredes dijo...

Te manejas bien con la narrativa. Y logras que los criollismos no suenen fuera de lugar.

Por lo que veo, the plot thickens...

Saludos